WILDE, OSCAR
Al verse retratado por su amigo artista Basil Hallward, Dorian Gray queda profundamente impresionado por su propia belleza. ¡Cuánto desearía poder conservarse eternamente joven con la apariencia de ese cuadro! Poco podía imaginar Dorian Gray que ese anhelo iba a convertirse en su obsesión y, a la postre, en su condena.